La
caracola y el caracol
Iban un
día tomando el sol
la caracola y el caracol.
Ella
delante, con un vaivén,
que le sentaba bastante bien;
y él, con un aire de seductor
y murmurando frases de amor.
¡Anda
monina!, párate aquí
y entre estas coles, lárgame el «sí».
No te
aproximes, porque mamá
como nos vea, me zurrará.
En esta
dulce conversación
llegaron ambos a un paredón,
a cuya sombra, junto a un zarzal,
una zagala, con un zagal,
se entretenían en... la labor...
esa que llaman, redes de amor.
La
caracola, sin vacilar,
dió media vuelta para escapar;
pero ¡ay!, un cuerno del caracol
vino a pararla junto a una col.
¡No tengas
miedo!, le dijo él,
¿no ves aquélla?, ¿no ves aquél?,
juntos... trabajan con dulce afán,
aunque nos vean, ¡continuarán!
La
caracola miró hacia allí,
hubo un momento de pausa y...
él, poco a poco, se le acercó,
y a ella, la baba se le cayó.
Dió un
suspirito chiquirritín,
él hizo un gesto, ella un mohín,
anduvo un poco con el vaivén
que le sentaba, tan bien... tan bien...
y se escondieron entre la col,
la caracola y el caracol. |